Sat, 04/06/2024 - 12:07

Choco miserable paraiso

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María, una bogotana aventurera, recorrió algunos ríos del Chocó para sumergirse en la belleza natural de estas tierras del Pacífico colombiano. En contraste con lo anhelado, vivió en carne propia la experiencia miserable y aterradora a la que son sometidas día a día las comunidades que habitan esta región abandonada, sin presencia de autoridades y sometida por grupos armados ilegales.

María, una intrépida viajera bogotana de más de 50 años, no dudó en aceptar la invitación de Diego Rosselli para explorar las subregiones del Baudó y del San Juan, en Chocó, durante los días de Semana Santa. Para ella, la idea de adentrarse en los ríos del Pacífico, rodeada de bosques densos y selvas húmedas, resultaba irresistible, a pesar de que Chocó es una zona tradicionalmente azotada por la violencia. El propósito de Rosselli, neurólogo y profesor, era llegar a Sipí para sumar 1.092 municipios visitados a lo largo de 20 años. No había razón para temer, Rosselli conocía el país mejor que muchos colombianos, ya había estado en Chocó y nunca había sido asaltado por las malas sorpresas.

Sin embargo, lo que prometía ser una experiencia sublime en un santuario natural, se convirtió en una odisea marcada por el pánico, la indefensión y la ausencia del Estado. Las lanchas en las que viajaban fueron cinco veces retenidas por grupos armados ilegales, a lo largo del río San Juan.

En esta crónica, María entrega a CAMBIO su versión detallada de lo sucedido, cuando en busca del paraíso se topó con el infierno.

El escenario: Quibdó, la bulliciosa capital chocoana, donde la vida se despliega en un caos aparentemente organizado. Al descender del avión, el aire húmedo y cargado la envolvió. Su destino era un hotel cercano a Istmina, donde la esperaban Diego Rosselli y su hija Paula. La ciudad misma le ofreció un preludio de lo que le esperaba en las selvas del San Juan. Las calles estrechas tejían un laberinto caótico que desafiaba cualquier intento de orden. El tráfico era un enjambre de vehículos.

En el avión, Maria entabló conversación con un profesor chocoano en Tumaco. Le habló de las elevadas expectativas de los chocoanos respecto al cambio anhelado que traerían consigo las obras gubernamentales. Pero también mencionó una realidad más cruda: el descenso en el precio de la cocaína, lo que ha impactado los cultivos de coca en Cauca y Nariño, donde un número importante de los cultivos se quedan sin cosechar. Un fenómeno atribuido por el profesor a la estrategia de las autoridades, que parecían apuntar más hacia los grandes comerciantes y dueños del negocio que a los humildes cultivadores. Recordó María otra teoría, según la cual drogas químicas como el fentanilo, cuya producción es menos engorrosa, habían comenzado a desplazar la cocaína.

fuente consultada: cambiocolombia.com

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