Tue, 09/27/2016 - 06:37

Recordando los conversatorios con el maestro Alfonso Dávila

Maestro Alfonso Davila
Almuerzo con Maestro Alfonso Davila

MEMORIAM…

RECORDANDO LOS CONVERSATORIOS CON EL MAESTRO ALFONSO DÁVILA

Por: Jorge Enrique Picon Acuña

Al escribir esta nota aún está muy fresca en nuestra memoria la tristeza que nos embargó el hecho de la partida del Maestro Alfonso Dávila, aquel sábado 3 de septiembre del año en curso. Pero también, tengo muy presente los momentos que compartí con el Maestro, bien en la ciudad de Bogotá, en su residencia, o cuando se trasladaba a la ciudad de Leticia. Siempre el tema recurrente y obligatorio de conversación fue la música popular amazonense. Pero también dicha conversación se dio a través de la tecnología de hoy; fua así como a través del correo electrónico nos compartimos diversos escritos, sobre la historia urbana de Leticia, los míos y los del Maestro escritos relacionados con diversos tópicos musicales; así mismo, me compartió buena parte de su producción musical con enfoque amazónico, la mayoría de los temas inéditos. Todo esto me lleva a deducir que el Maestro estaba en el culmen de su producción intelectual y artística, situación que lleva a sugerir, para los años subsiguientes, invaluables aportes continuar engrandeciendo la música popular amazonense, la pasión de su vida. Sin embargo, contra su voluntad, la realidad mostró otro camino.

Conversar con el Maestro en su residencia ubicada en la ciudad de Bogotá, conjunto cerrado de Colsubsidio, era pasar muchas horas en la sala de estudio, la que considero fue su templo para la producción y la creación; en un costado había una ventana que permitía la mirada hacia el exterior de la fría capital. No podía faltar un teclado en donde aseguraba lo que quería escribir en las partituras; así mismo, una computadora, cuyo disco duro contenía toda su producción escritural y musical, pero, para “saborear” sus temas musicales logró adaptar un minicomponente de sonido, con cuatro bafles, los mismos que permitían un sonido cuadrafónico en toda la sala; además, algo infaltable a su sed de conocimientos: la biblioteca, la más completa en materia de libros que trataban la música amazónica, según sus propias palabras; también en la biblioteca se podían observar carpetas y carpetas con partituras musicales.

En otras ocasiones el conversatorio se llevaba a cabo en la sala-comedor en donde se encontraba una hamaca guindada, la misma que utilizaba el Maestro para recostarse y sentirse bien acomodado. A propósito del comedor, ahí degustamos unas preparaciones gastronómicas propias de la culinaria del Maestro. Con su buen sentido del humor siempre me preguntaba después de ingerir los alimentos: -Jorge, ¿te enllenaste?, retomando el original castellano leticianizado, lo que nos causaba sendas carcajadas. Aquel día que lo invité a mi residencia, también a dialogar, degustamos un “suculento” caldo de bocachico, otra palabra que utilizaba en las comidas; ese día me dijo: -Jorge, no te olvides de la fariña. El ají él mismo lo preparó machacando el de color amarillo, complementado con cebolla roja y jugo de limón. Me pidió que le sirviera aparte el bocachico, situación que entendí para preparar un “pirao” y así lo hizo; en verdad fue un “suculento” almuerzo amazónico que complementamos con el rico jugo de copoasú.

En los conversatorios era obligatorio escuchar la última versión de sus composiciones; así escuché Pirarucú y recuerdo que me dijo – ¡Jorge, ahora sí, este es el último arreglo para banda filarmónica!-; también me puso a escuchar la última versión del Himno de la Escuela Normal Superior de Leticia, del cual es autor de la letra y de la música. A propósito, se sentía orgulloso de ser normalista. Entonces, en la búsqueda de la perfección siempre estuvo revisando y mejorando sus propias creaciones. Recuerdo que siempre le pedí escuchar la composición Tríptico Amazónico, uno de mis favoritos, tema en cuya introducción hace sonar, con sapiencia musical, los sonidos de la selva que captó muy bien cuando ejerció la docencia en el corregimiento de San Rafael y de las aguas de los ríos amazónicos, que asociaba con recuerdos cuando los navegó. Y dada su locuacidad no podían faltar las explicaciones de cada parte de la composición: -Jorge eso es cuando estás en lo profundo de la selva…, Jorge en esta parte se recuerda a los reyes Incas en sus ceremonias. No faltaba alguna exageración en sus expresiones.

Por otra parte, cuando me ponía a leer sus textos, en un comienzo se molestaba cuando le hacía alguna observación, no aceptaba objeciones, situación que nos llevó a varias discusiones, por supuesto de orden académico, pero nunca fueron óbice para reducir la amistad. Le decía que no le discutía lo referente a la gramática musical, pero si podíamos discutir sobre la música, entendida como un hecho cultural e histórico; desde esa apreciación en varias oportunidades me dio la razón. De todas maneras en las discusiones era mucho lo que se aprendía y entendía acerca de la música popular amazonense.

APROXIMACIÓN A LOS APORTES DEL MAESTRO ALFONSO DÁVILA RIBEIRO PARA EL FORTALECIMIENTO DE LA MÚSICA POPULAR AMAZONENSE

Desde mi apreciación y a partir de lo que conocí del Maestro en vida puedo sugerir los siguientes:
Creador de un espacio de largo aliento para la difusión de la música popular amazonense. En el año 1988 sentó las bases conceptuales y las bases organizacionales para el desarrollo del Festival Internacional de Música Popular Amazonense “El Pirarucú de Oro”, evento cultural que a partir de dicho año y hasta el presente se mantiene vigente, por supuesto con la necesidad de su revisión, pero sin perder de vista los ideales que le trazó el Maestro.

Un aporte muy valioso, que se va a constituir en el marco teórico musical-histórico del Festival, lo dio a conocer en la revista especializada en música A contratiempo con el escrito publicado en el año 1988, “La cuenca amazónica. Músicas populares urbanas”, en donde desarrolla la tesis de los circuitos musicales internacionales y nacionales, los que a su vez se apoyan en las corrientes migratorias poblacionales, que finalmente van a confluir sobre el poblado de Leticia.

El mismo Maestro escribió lo siguiente: “Hoy en Leticia…durante la última semana del mes de noviembre confluyen estos géneros musicales con rasgos provenientes de las diferentes regiones de Colombia, Perú y Brasil, enmarcadas en el Festival Internacional de Música Popular Amazonense “El Pirarucú de Oro”. Éste se gesta a partir del año 1.987, con la coordinación de doña Nury Campos de Bastidas, directora de Extensión Cultural del Amazonas y un año más tarde con la asesoría y dirección artística-musical del maestro Alfonso Dávila Ribeiro como un espacio de convergencia y articulación de la cultura musical interamazónica, sus creadores, autores e intérpretes integrados en la compleja vida de la cuenca del Gran Río. Con este festival Leticia y el Amazonas extienden sus hilos de comunicación mucho más allá de sus ríos, su selva, y sus fronteras y enseña al país y al mundo un proceso cultural de enorme importancia en el cuadro de la historia nacional que generalmente se conoce como marginada”.

Impulsor de la grabación de temas regionales en acetatos. El maestro tuvo la idea de plasmar en el año 1995 el álbum musical La Música Popular y Tradicional del Amazonas, en el que fueron protagonistas dos grandes juglares de la música popular leticiana, los Maestros Sixto Arbeláez y José Ramírez; a través de dicho álbum los leticianos y no leticianos pudieron escuchar los temas musicales con mayor arraigo regional como Pirarucú, Indio Amazonense, Orgullo Leticiano, Cachaza, Tres Fronteras, Paisaje Tropical, entre otros; también se conocieron las composiciones musicales del Maestro Dávila como La Palizada y Tarapacá, este último para homenajear a su patria chica.

En el interés de apoyar e impulsar el talento musical regional se recuerda la participación en el Festival de la Canción que se llevó cabo en la ciudad de Buga (Valle del Cauca), año 1988; en dicho evento participó el cantautor Pedro Bernal Méndez con la canción Amazonas de su autoría, tema que en su interpretación contó con la dirección orquestal del Maestro Dávila; recuerda Pedro que fue considerado por la crítica especializada como “el gallo tapao” y así fue, ya que se logró clasificar dentro de los cinco finalistas. Posteriormente, en el año 1991 el maestro dirigió el trabajo musical denominado “Homenaje al Amazonas” que contiene cuatro temas interpretados por Pedro Bernal, uno de ellos, la composición Nombre de Mujer, letra y música del Maestro Dávila. Desde mi apreciación, en este último tema el Maestro logró ejemplificar la teoría de los circuitos musicales que confluyen sobre la ciudad de Leticia.

En el año de 1992 estuvo al frente de la dirección y arreglos musicales de un sencillo patrocinado por Extensión cultural del Amazonas, en la que intervino la intérprete Amparo Márquez con el tema Amazonas, América del Sur y el cantautor Armando Londoño Franco con el tema Plegaria Amazonense; ambos, en su orden, primer y segundo puesto en el Festival de Música Popular Amazonense de dicho año.

Gestor de la puesta en marcha de las Escuelas de Formación en Música Popular y Tradicional en las ciudades de Leticia y Puerto Nariño. El Maestro siempre consideró que dichas escuelas serían los espacios claves para la comprensión de la música popular amazonense, a través de la formación de los músicos en tan particular disciplina. Sin embargo, también vale anotar que en el último año se mostró muy decepcionado porque las escuelas no estaban recibiendo el apoyo de las administraciones regionales para cumplir la tarea encomendada. En ese empeño de formar a los músicos regionales en la temática de la música popular amazonense, se recuerdan los talleres que él mismo dirigió, en donde los músicos regionales se nutrieron de sus profundos conocimientos musicales, entre ellos: Pedro Bernal Méndez, Hugo Erazo, Héctor Goéz, Fernando Picon Acuña, Armando Londoño Franco, Manuel Fúker Lima, Demetrio Del Cairo, Bartolomé Fernández, entre otros. En la población de Puerto Nariño también dejó su huella en los talleres de formación, en donde logró “pegar” la propuesta de consolidar las murgas como un formato propio del eje rio Amazonas colombiano, De Puerto Nariño siempre tuvo gratos recuerdos y agradecimientos hacia la persona del Maestro Emiliano Pinedo, reconocido ejecutor del rondín o dulzaina y compositor de temas en donde se entremezcla lo tradicional indígena con lo popular, que el Maestro denominó como música mestiza.

Alguna vez me comentó el Maestro que le preocupaba la escases de pedagogos musicales en las escuelas leticianas, situación que veía como un obstáculo para la consolidación de la música popular amazonense y para el mismo progreso de las escuelas de formación en música popular y tradicional; en este sentido veía nuevas posibilidades y auguraba mejores tiempos para la música popular amazonense con la profesionalización en música de los leticianos Héctor Goéz, Fernando Picon Acuña, Pedro Bernal Méndez y Cristian Córdoba.

Pedagogización de la música popular amazonense, a través de la cartilla ¡¡Egua…La música suena boníiito mano!! La cartilla puede considerarse como el culmen de la acción investigativa del Maestro; fue editada y financiada por el Ministerio de Cultura de Colombia; el suscrito tuvo el honor de llevar la palabra en el acto de lanzamiento ante la sociedad amazonense que se llevó a cabo en el auditorio de la biblioteca del banco de la República, sede Leticia, año 2014. La cartilla se constituye en un manual que hace asequible a todas las personas la comprensión y divulgación de la música popular amazonense y está destinada a ser el insumo básico a estudiar en las escuelas de formación en música popular y tradicional. Además, está complementada con un c.d. que contiene un valioso archivo representado en cinco carpetas, cada una de las cuales contiene:

Carpeta A. Materiales de audio, juegos, rondas (cirandas) y canciones.
Carpeta B. Audios de estructuras ritmo-armónicas de la música popular tradicional amazonense.
Carpeta C. Audios y relatos de las comunidades uitoto, ticuna y yagua.

Carpeta D. Audios repertorios de música popular tradicional del trapecio amazónico.
Carpeta E. Vídeo clips.
Carpeta F. Fotografías.
Carpeta G. Materiales escritos en PDF.

El Maestro en vida quiso emprender unas jornadas de capacitación para la apropiación del contenido de la cartilla, tanto en los músicos como con los docentes; finalmente, no fue posible.

Elevar la música regional a los más altos niveles de la interpretación: sinfónico y filarmónico. El maestro, a partir de sus propias vivencias en la selva amazónica, logró captar los múltiples y variados sonidos que se producen en su interior, asociado con los sonidos emitidos por instrumentos musicales indígenas como por ejemplo el firisay; así mismo, el sonido que produce el movimiento de las aguas del río mar Amazonas y sus afluentes. Por otra parte, logró un buen nivel de comprensión de la historia amazónica y de la misma historia de Leticia. Combinar, entrecruzar o jugar musicalmente con el contexto amazónico: natural, cultural, histórico, lo conducen a componer temas musicales que perfectamente pueden sonar en las salas de música más importantes del mundo. En esas composiciones quedó en evidencia todas sus cualidades musicales a nivel de la composición e instrumentación, influenciadas, desde la teoría musical, por los aportes de Maestros como Francisco Zumaqué, Jesús Pinzón, Samuel Bedoya, entre otros.

Uno de los temas sinfónicos de la autoría del Maestro Dávila es “Disertación Amazónica”. Las palabras del director de la orquesta que interpretó el tema antes nombrado dan a entender que el montaje fue difícil por la “música aleatoria” en la introducción y por la “escritura moderna” usada por el Maestro, no muy común en ese momento. Por esta misma línea está la obra “Kurumí”, pero escrita para orquesta y coro; “Siringal”, tema que evoca la época de la bonanza de las gomas elásticas y su incidencia en la vida de las sociedades tradicionales amazónicas. Por la línea y enfoque musical de los anteriores están: Fantasía Amazónica, Mixtura Amazónica, este último que transporta al oyente por los aires musicales de los países, en su orden, del Perú, Colombia y Brasil, tal como ocurre con el tema Nombre de Mujer. Estas son las obras que logramos conocer, pero cuántas más esperaban el toque final del Maestro para hacerlas audibles ante la comunidad, local, nacional e internacional. Uno de los aspectos de los que se enorgullecía el Maestro era la escritura musical que utilizaba, especialmente, en los temas antes citados; en sus propias palabras decía “muchos músicos se estrellan con mis músicas”, de lo que se puede inferir que logró un nivel musical muy avanzado.
Renglón aparte merece el estudio profundo que le demandó el tema musical del Maestro Luis Alberto Osorio, “Pirarucú”. No se si será exagerado, pero fue el tema de su vida, el mismo que le demandó años y años de estudio e investigación.

Muchos aspectos se quedan por fuera de este escrito porque la obra del Maestro, en palabras del historiador Fabio Zambrano, es gigantesca y agregó: “No somos conscientes de la importancia del trabajo que él realizó”. A propósito, Alfonso y Fabio tenían para este año iniciar, hacia el mes de julio, un ambicioso proyecto: hacer una ópera cuyo libreto fuera la historia del Amazonas. Finalmente, no fue posible.

Termino este artículo con la alegría de haber compartido muchas horas de aprendizaje con el Maestro. Me entristece su partida cuando estaba en lo máximo de su producción intelectual y artística musical, con muchas ganas de continuar aportando mucho más para el engrandecimiento y visibilización cultural del departamento del Amazonas ante el país y el mundo, desde la música popular amazonense.

¡¡APLAUSOS, MUCHOS APLAUSOS AL MAESTRO!!

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