Hoy partió un amigo a las constelaciones donde su alegría, su tomadera de pelo, de ese leticiano mamagallista, ese que sinnúmero de veces me contagio su risa y su portuñol, que degustamos desde una pinga (cachaça) hasta una cerveza, donde en muchas ocasiones viajamos a través del tiempo con sus tonadas, esas cuantas canciones que interpretamos, casinha branca de Josë Augusto, que en ocasiones nos quedamos en la canciones de la vieja guarda ,con otro que a lo mejor lo espera Reginaldo Rosi; ese que disfrutaba comiendo el ceviche que mi mama preparaba; se va a velocidades, seguro triste porque quería seguir siendo nuestro amigo, pero cuando nos llaman tenemos que tener la maleta llena de sentimientos, porque de otra cosa no llevas nada.

Su sonrisa y de su particular manera extraña de ser amigo, cuando fue el primero que traiciono mi amistad, que después recapacite que el culpable no era el, sino ella, pero también eran tiempos de meninos, como suena la canción "que tempo bom" el cual también cantábamos entre risa y tragos; y con su eterna picardia se la lleva a donde sea, tierra, cielo, infierno, los mejores afectos se quedaran conmigo, fue el único que me escucho y algo aprendió de mí, pero su inherente forma de ser, no lo llevo a otro mejor lugar, pero dentro de mi, se va un amigo, te recordare mi viejo, mi querido velho Adolfo Noguera, a todos sus amigos, familiares, señoras e hijos. recuérdenlo porque ese era mi amigo, así no más ni menos Adolfo.

Descansa en Paz. Julio Cueva Márquez.