Tiempo de oportunidad del fino olfato, del instinto al acecho

Tiempo de oportunidad…del fino olfato, del instinto al acecho o mejor; de la utilización de nuestra malicia indígena para alcanzar el momento sicológico oportuno y propicio, en el que Ariadna, investida leyes, teja el hilo que nos saque de este dilema; que nos permita salir de este laberinto. Por allá al inicio de mi adhesión a este proceso, escuché algo de la siguiente magnitud.
Se dice que en los albores de la recuperación de nuestros territorios, se reunieron nuestros mayores, para dialogar y compartir…que dialogar.
Para mambear a la luz de nuestros principios de hijos de tabaco coca y yuca dulce la palabra que rige nuestra cultura, cuya teoría y praxis informan y orientan la doctrina que fundamenta nuestro proceso organizativo, para determinar un norte. Nuestro avance en pos de ese norte, nos ha traído hasta este momento crucial; el momento de tomar decisiones, y es entonces que se me ocurre; al mejor estilo de bolívar, repetir la frase preludiar, que en esfingica invocación a Dios dejo caer antes de su desaparición física: ¡como podre yo salir de este laberinto…!.La frase de contenido tácito, llama profunda de iluminación del momento que atravesamos. Por cierto, hay un francés; Alejandro Dumas, quien finaliza su obra. “El conde de Montecristo” con esta frase de Jesús: la vida de los hombres esta cifrada en dos palabras: confiar y esperar, induciendo a pensar que al final de la batalla aparecerá algún supremo alguien que, investido de sabiduría inspire el camino de salida, envuelto en nuevas síntesis revolucionarias de aproximación al Dios que cada uno lleva en su corazon.
No cree Ud. Que ese alguien y ese ahora, somos nosotros y a partir de hoy?
Digamos entonces nuevamente como bolívar que el tiempo hará prodigios en la medida que mantengamos rectitud de espíritu y en cuanto observemos esas relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas.
La humanidad es una sola y no hay magnitud espacio tiempo que detenga nuestro pensamiento. Convengamos entonces que en este momento todos sabemos que…” nuestra alma se eleva, se ensancha y se iguala siempre a la magnitud de los peligros, y que nuestra organización necesita estar en constante riesgo de perder algo, para conservar nuestro juicio, de manera que Dios al crearnos nos permitió este tempestuoso proceso, para que pudiéramos vivir ocupados en nuestro destino especial…”
Con profunda fe en la causa .Ahora y siempre.
Harseo.
A pasos de la noche…chorrera, Abril cuatro del 2.012
Luis Seoneray
