Wed, 11/12/2014 - 07:46

Camila

Columnista Leticiahoy
Camila Abuabara
EFE

Mucho revuelo ha causado el caso de Camila Abuabara y su tratamiento para la leucemia linfoblástica aguda que padece desde hace un tiempo. Las redes sociales han servido como medio para expresar reclamos, lamentos e indignación ante esta situación. Ella está en su pleno derecho de reclamar una atención justa, oportuna y humana. Lo que noto y no estoy de acuerdo es en su desbordada actitud, buscando a través de su complejo estado de salud -que nadie desconoce- generar un odio y desconocimiento hacia la institucionalidad y la legislación en Colombia; así a muchos o a todos no nos parezca adecuada ni efectiva.

La EPS SANITAS ha costeado el tratamiento en Colombia, sin embargo para que eso ocurra Camila ha tenido que interponer recursos legales a la hora de solicitar la debida atención a su enfermedad. Ahora en Estados Unidos la fundación SANITAS es quien ha sufragado los gastos de atención; no obstante el deseo de Camila es que el trasplante de médula requerido se haga en el reconocido MD Anderson en Houston. El costo del procedimiento se aproxima a los dos millones de dólares. Ante lo cual, el Ministro de Salud Alejandro Gaviria, salió en defensa de los limitados recursos con los que cuenta el sistema de salud en nuestro país que administra el FOSYGA. No quiero entrar en un debate legal, médico y económico sino dar a conocer mi punto de vista y lo mediático que se ha convertido este caso en particular. Tampoco se me confunda con el defensor de quienes administran los recursos y prestan los servicios de salud; ya que se cometen a diario tantas irregularidades en este aspecto que infortunadamente han cobrado la vida de centenares de pacientes que ruegan un mínimo de atención, respeto por la vida y la dignidad humana. El tema es sensible y causa férrea polémica.

Al ordenarse por vía de tutela que ese trasplante se efectúe en los Estados Unidos se verían en grave riesgo los pocos recursos con los que cuenta el ya precario sistema de salud en Colombia al que todos aportamos, y aún más la avalancha de acciones legales en las que muchos pacientes ordenarían a sus EPS obtener ese tipo de intervenciones en el extranjero. Así pues, queda el interrogante: ¿costeamos entre todos el procedimiento a Camila en Houston, conocedores que ese trasplante se puede realizar en Colombia con oncólogos de las mayores calidades y por menor valor?. Incluso, casi con la misma efectividad o riesgo que implica practicarlo de manera “experimental” en los Estados Unidos. El derecho a la vida es primordial y goza de protección en nuestro país pero éste no es el único caso. Tristemente.

Camila padece el mismo tipo de cáncer que yo tuve a muy corta edad; fui tratado bajo un sistema de salud aún más incipiente y con condiciones económicas muy limitadas. Sin contar en ese entonces con cubrimiento en servicios de salud, que para sorpresa de muchos si nos pudo otorgar la tan “satanizada” Ley 100/93. No existía la acción de tutela para poder exigir una mejor atención, no contábamos con la asistencia de un abogado exageradamente mediático como lo es Abelardo De La Espriella y menos aún existían las redes sociales que en muchas ocasiones ayudan a levantar voces de protesta con efectos positivos ante tantas injusticias; pero lastimosamente en otras oportunidades causan sesgos radicales que no permiten estudiar con objetividad cada caso. Entiendo la posición de Camila frente a su penosa enfermedad pero no comparto su actitud exagerada que multiplica odios hacia un sistema limitado que, lamentablemente ha sido saqueado por la corrupción pero que en este caso no le ha negado que el procedimiento sea realizado en Colombia, ni se le ha condenado a muerte como muchas veces ella lo ha manifestado.

Resaltemos la admirable labor que hacen en pro del tratamiento de personas con cáncer muchas instituciones en Colombia, que cuentan con profesionales de alto nivel y han dado alivio tanto a pacientes como a sus familias en el difícil camino que genera este tipo de padecimientos. Insisto que este es un tema que causa mucha pasión e indignación pero, en el cual no debemos perder la objetividad ni dejarnos llevar por los impulsos que producen todos los mecanismos mediáticos. Entendamos mejor el asunto, recordemos que el interés general prima sobre el particular y, en este caso resulta difícil desligarse de la angustia y el drama humano que ocasiona el caso de Camila; sin embargo, el matiz que ella le ha dado a su situación ha sido desproporcionado. Recomiendo la columna de hoy 11 de noviembre del periodista Juan Pablo Calvás en el DIARIO El Tiempo donde deja una interesante reflexión. Él desde su punto de vista periodístico da su opinión, De La Espriella en su afán por figurar plantea su tesis jurídica y yo lo hago desde mi óptica al haber sido un paciente que gracias a Dios, a mis padres y a los médicos pude superar la enfermedad en mi país, a pesar de las incontables dificultades de por medio pero…sin medios.

Jaime Andrés Barbosa
Poveda @andresbarpo

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