Mon, 09/08/2014 - 09:07

Luto en el Departamento del Amazonas

Columnista
Juan Guillermo Guerrero Méndez

LUTO EN EL DEPARTAMENTO DEL AMAZONAS Y MIS AGRADECIMIENTOS A TAN MARAVILLOSAS PERSONAS

Yo como mucha gente turista, trabajadores, pasantes, amigos, hermanos, nacionales y extranjeros y otros hombres que hemos recorrido las tierras del Amazonas, nos vemos desde el corazón en la mano bajo el manto del dolor de aquellos seres que en momentos ingenuos entablamos alguna palabra, al comprar un articulo o al toparnos en la moto y porque no cuando nos lo presentaron por casualidad y nunca les regalamos un abrazo, una ayuda y siquiera un saludo. Con el dolor de la perdida de tan querida gente que siempre les acompaño los sueños en sus adentros que nunca socializaron, Hoy me veo en la obligación de expresar mis aventuras al hacer viajes seguidos a tan maravilloso paraíso.

Inicie hace aproximadamente 5 años atrás, el reencuentro con la naturaleza viva, incluyendo aquellos hombres que buscan recuperar sus tierras desde el espíritu de la conservación de su ambiente y costumbres y nunca se les escucha en sus denuncias constantes creyendo que quienes vienen de las grandes ciudades son los grandes dioses y es todo lo contrario, las personas de los lugares puros, a diario se reencuentran con nuestro fuente creadora y saben dialogar con ella, al contemplar tan maravillosas fuentes de vida y al entender sobre ese árbol de la existencia que guarda los espíritus de todos sus huéspedes bajo el aval del amor natural que es incomprensible màs que para aquellos que viven en tierras lejanas y diferentes a la llamada civilización; grandes personajes allí se encuentran, son bellos en sus diálogos, ingenuos en sus postulados, inteligentes en la sobrevivencia, precoces en sus ideas, risueños por su anhelos y pasivos en su andar.

Allí, los niños me despojan de la tristeza e incertidumbre que las grandes ciudades incivilizadas me impregnan por las apreciaciones de las grandes selvas de cemento que muestran solo tristeza y muerte, pues, es imprescindible dibujar las plantas que no las hay, los frutos que nos inventamos, los cielos concebidos por los colores del lápiz y el esfero que nos hace olvidar del Amazonas y sus misterios y nos refugiamos en nuestras mentiras que deshumanizan.

Los niños nos devuelve esa capacidad de reivindicación con la ingenuidad y con el amor puro, ellos en su Amazonas en muchas oportunidades anhelan lo que nosotros no queremos que es la ciudad y nosotros sin entender deseamos lo que ellos en muchas oportunidades no desean que es acceder al paraíso, ironía tan extraña que nos hace preguntar ¿Qué queremos entonces?....

Los jóvenes muchos de ellos me han permitido recuperar la capacidad de soñar, volar y de ser idealista para cambiar el mundo, allí he encontrado amigos un poco locos al compararlos con mi generación, pero, he alcanzado sentirme mucho màs joven, sus joviales locuras me devuelven a mi adolescencia donde me doy cuenta que no he sabido vivir, sino por el contrario me han demostrado que en la gran ciudad, la alegría es una falsedad, que el dinero es una ilusión, que las relaciones son de mentiras y lo màs importante a resaltar que la juventud es eterna y no tiene edad.

Aquellos señores y señoras ya mayores y con superior responsabilidad frente a sus vidas y sus hogares, me han enseñado a buscarla desde la confianza y no los celos que matan, a creer partiendo de la fe misma de la familia que implícitamente se debe acompañar, amar y nunca abandonar aunque estemos lejos; estas señoras y señores, me han brindado Gamitana, Antartica, copoazu, (NO se si se escribe así), chontaduro, y un sinfín de delicias que me muestran el poder del sazón con verdadero amor y el calor que las diferentes familia que he conocido me han brindado sin pedir hoja de vida sino solamente con la intuición de saber escoger sus amigos, visitantes desde su inocencia.

A los abuelitos que siempre me recuerdan a mis padres, no porque ya hayan partido, sino porque hay momentos de incomprensión y de soledad y los convertimos en hombres invisibles; a ellos les agradezco el mismo recuerdo del saber, la inteligencia y la experiencia que forma a quienes quieran escuchar y sin determinar diferencias y al volver a ser niños nos regalan sus sonrisas, sus abrazos, sus manjares, sus atenciones y su amistad sin esperar nada a cambio, ellos son mis maestros, soy su seguidor y en su liderazgo ancestral continúan siendo buenos y màs buenos que la bondad; son personas que saben entender la sabiduría de la naturaleza, sus códigos éticos para no romper el equilibrio y sus amores que siguen compartiendo.

Todas estas personas que en mi recorrido por tan especial departamento del Amazonas, les doy mi más sincero abrazo de solidaridad para soportan tan gran dolor y siempre estaré con ustedes, me han robado ya desde muchos años mi corazón y estoy dispuesto a que se queden con él, porque ya estoy desde hace largo período mudando para ser parte de ellos, mis acciones profesionales se proyectan para vivir con ellos. Leticia, Araracuara, puerto Nariño, Tarapacá, La Isla de los micos, los llamados Kilómetros y sus comunidades, La chorrera y otras maravillas del paraíso perdido pero encontrado me ha brindado otras maneras de ver a Dios, Hombre y Mundo y de reajustar mis deseos, sueños, fantasías, y mi vida para ponerla al servicio de esas personas con don de gentes, con su facilidad de reencuentro con el otro me permiten recuperar ese don de socialización para dar risas, abrazos y mucho màs sin ningún interés.

A todos aquellos que han partido hoy y han dejado su paraíso para reencontrarse con otro superior, les doy muchas gracias por haber cumplido su misión y estoy seguro que querrán volver porque el Amazonas es en ultimas el cielo en la tierra y sin duda alguna hay contemplan las maravillas del creador no desde la desgracia sino desde la sabiduría espiritual que comprende lo que nosotros no alcanzamos a dilucidar.

A la familia Sinisterra, hoy los recuerdo como en muchas oportunidades y también me hago presente desde aquí a una distancia lejana, y de igual manera me solidarizo en su dolor ya que la abuelita querida de los leticianos parte, dejando una historia amena a sus hijos nietos, amigos, conocidos y desconocidos.

Yo en pocas oportunidades la visualice en mis viajes fugaces y siempre le veía y me trasportaba a aquellos tiempos cuando las carreteras de la ciudad aun no existían y me comunicaba ese recuerdo lo bello que es el Amazonas al mantener sus mejores valores que es la bondad de sus gentes. Un abrazo fraterno a toda la comunidad lleno de amor sosegado de melancolía que nos transforma apara seguir dando.

Juan Guillermo Guerrero Méndez.
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