Thu, 07/24/2014 - 07:31

Después de 29 años, aún no olvidamos a nuestras víctimas

Foto: Recoleccion de cadaveres
Foto: Recoleccion de cadaveres
Aparte del libro la masacre del FAC-902 escrito por Carlos Javier Londono O

Aparte del libro "la masacre del FAC-902 escrito por Carlos Javier Londono O. En donde narra la odisea y aventura que con su grupo de socorristas les tocó vivir en la selva amazónica para rescatar las victimas que hoy, hace 29 años cayeron en el accidente del avión de la fuerza aérea

En la hacienda, el croar de las ranas y el chirrido de los grillos eran interrumpidos por las voces de los interlocutores que narraban sus experiencias en ese día.

Después de haber escuchado algunos testimonios, como el cansancio nos agobiaba resolvimos ir a descansar.

Muy temprano, después de un sueño reparador nos levantamos dispuestos a iniciar los preparativos correspondientes al rescate de las víctimas.

Subimos a tomar café al campamento instalado por la Cruz Roja desde el primer día de la tragedia en la parte alta de la hacienda, mientras en la cocina, se escuchaban las empleadas hacer los preparativos para el desayuno.

Botes con familiares de las víctimas empezaron a llegar a la finca desde muy temprano.

El revuelo allí era total.

Periodistas buscando la chiva me entrevistaron varias veces en ese día.

En una de ellas, manifesté lleno de ira la verdad que debía saber el pueblo colombiano acerca de las anomalías que se estaban presentando con este rescate: de la negligencia de las autoridades a colaborar rápida y oportunamente, de la manipulación que le estaban dando a la información, de la descoordinación habida entre las entidades de socorro y las fuerzas militares, cada una tratando de sobresalir independientemente, de la prepotencia de los pilotos militares de los helicópteros, quienes no admitían diálogo ni sugerencia alguna, de la culpabilidad de la fuerza aérea colombiana en este accidente que no fue fortuito, del encubrimiento que se hacían las autoridades tratando de minimizar el problema aduciendo que todo fue cuestión de azar, a sabiendas que el avión había llegado a Leticia con problemas, que en la base aérea de Apiay en Villavicencio había sido objeto de atención técnica y en Leticia, en plataforma se le hizo un breve mantenimiento preventivo y así, irresponsablemente el comandante despego hacia Bogotá, ciudad a la que nunca llegó. Estas verdades, nunca salieron al aire.

Los grupos de socorro alistábamos los materiales para el rescate: bolsas de polietileno, cal, costales, implementos de primeros auxilios, carpas etc.

Adecuamos un lugar en donde se depositarían los restos rescatados para su identificación y posterior levantamiento.

Todo estaba listo a la expectativa de que arribaran los helicópteros para que se iniciaran las labores de rescate ya que estos pernoctaban en Leticia

Como las horas pasaban y los helicópteros no aparecían, los ánimos se empezaron a calentar entre los dolientes, efectuándose enfrentamientos de palabras entre el personal civil y militar dispuestos para el operativo, pues ya habían transcurrido días, horas y hasta el momento no había ningún resultado positivo y ¿saben por qué?

Porque no se había hecho adecuadamente el helipuerto, para que los helicópteros pudieran posarse y cumplir con su misión.

Comprobé que el helipuerto no estaba terminado en forma, debido a la carencia de materiales para este efecto, como eran las motosierras, hachas, y machetes, lo mismo que personal idóneo para estas labores.

Contradigo así la información que dio el Comandante encargado del Comando Unificado del Sur “Cus”, Coronel Alberto Bernal Cuervo a los medios radiales y televisivos, en donde sacando pecho informaba muy ufano, que al día siguiente después del accidente, en las horas de la mañana, habían bajado por cuerdas siete soldados lanceros especializados en estos menesteres, dotados con los implementos necesarios para que ése día quedara construido el helipuerto, información y maniobra que resultó ser ciento por ciento falsa.

Todos nos preguntábamos por qué no se había iniciado el rescate.

Ya sabíamos que una de las causas era que los helicópteros no se podían posar en tierra, porque el helipuerto no estaba terminado, pero había otras preguntas que nos inquietaban

¿Por qué los helicópteros no querían llevar personal de socorro, ni civiles al sitio?

¿Por qué tanto hermetismo y misterio con respecto al rescate?

A las 10.00 de la mañana llegaron los helicópteros.

La alegría nos invadió, pues ahora sí se comenzaría la evacuación de los cadáveres.

Cual sería nuestra decepción, cuando volvieron con la misma versión de que no estaban autorizados para transportar personal civil

Para conocer más sobre esta historia puede hacerlos desde  La masacre del FAC-902

Carlos Javier Londoño O.

 

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