"De cómo una psicosis puede ser nefasta"
Mayo 23 de 2021
CRÓNICA
“ De cómo una psicosis puede ser nefasta”
Conversando con un amigo caleño me contaba una de las anécdotas que le marcaron  su vida al recibir un gran susto en una época  en donde los famosos carteles de Cali y Medellín se declararon en guerra y se mataban por ver caer.
Me contaba que él vivía en Cali en un barrio estrato 5  en una casa alquilada directamente a un señor bastante huraño, pendenciero y de esas personas que llamamos “carangas resucitadas” hechas ricas de un día para otro.
No sé qué clase de negocios tenía mi amigo  con el vecino, que cierto día tuvieron un alegato bastante fuerte con palabras ofensivas salidas de tono que por poco se van a las manos y en donde no faltó la amenaza de muerte, porque así era como se arreglaban los negocios en esa época.
Como el vecino no era fruta que comía mono, mi amigo andaba un poco preocupado  que  cuando salía a la calle lo hacía con ciertas precauciones  más arisco que un guatín cuando le hacen un tiro en un maizal pues él conocía el tipo de mala calaña que era su vecino y más habiendo de por medio una amenaza de muerte.
Cierto día en que salió de su casa en su carro un Mazda modelo 626 tomó una avenida principal de las que conducen al centro de Cali  para dirigirse a hacer una diligencia. Todo iba muy bien hasta el momento que observó por el retrovisor que una moto de alto cilindraje venia rauda detrás de él. Los nervios empezaron a invadir su cuerpo pues esa era la modalidad en cobrar cuentas para la época.
Para saber si la moto lo estaba siguiendo empezó a tomar desviaciones tratando de evitarla y por ende perdérsele de vista, pero no, la moto siempre iba detrás de él dándose cuenta que definitivamente que el de la moto  si lo estaba persiguiendo Si aceleraba su carro la moto también lo hacía, los pensamientos nefastos empezaron a apoderarse de él pues pensaba que el vecino había mandado a cumplir su amenaza.
Lo inevitable llegó, en un cruce de la avenida un semáforo en rojo lo hizo detener  al parar observó por el retrovisor que la moto lo había alcanzado y situándose paralelo  a  la puerta del carro se detuvo bajando los dos pies al suelo para afianzarse y no caerse la  moto.
Mi amigo observaba de soslayo los movimientos del motociclista. Cuando  vio que  introdujo su mano derecha  por entre su chaqueta casi se traga la lengua del susto pensando de inmediato  que lo peor le había llegado “me mató este hp -pensó- ”  acto seguido el motociclista saca de entre su chaqueta una tapa de la llanta del  carro diciéndole a mi amigo :  mirá ve  la tapa de la llanta que se te cayó por allá atrás .
Mi amigo con voz entrecortada por el susto le agradeció el detalle a su supuesto agresor quien continuó su marcha. Él se orilló  al lado de la berma para recuperarse del susto.
Hoy al contar esa anécdota sus  vellos  aún se erizan al recordar  ese episodio terminando su narración con una risa nerviosa ante la inolvidable experiencia  vivida.
 
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