Sun, 04/04/2021 - 11:28

Historias a bordo de un Chevette mod-85

foto tomada de internet

Abril 2 de 2021
CRÓNICA
“Historias a bordo de un Chevette modelo 85”
Para la década de los 90 me desempeñaba como gerente de una gran empresa aérea en la ciudad de Villavicencio motivo por el cual adquirí un automóvil nuevo marca Chevrolet Chevette mod-85 el cual utilizaba con mucha frecuencia para mis desplazamientos entre Villavicencio y Bogotá.
Este era uno de los carros más populares de la época por lo rentable, económico en su costo y la baratía de sus repuestos. Carro manual de 4 velocidades, 1.4 lts motor delantero y tracción trasera, con carburador y una estructura y latonería resistentes que al colisionar con otro vehículo, jugaba en contra del conductor quien era el que recibía el trauma por el impacto.
Carro sencillo con 4 puertas, buena cojinería y eso sí, muy caliente internamente debido a fallas en la ventilación, no obstante quedó como el mejor carro de trabajo del siglo 20.
Por eso quiero con esta crónica brindarle un homenaje a este vehículo en los 8 años que fue mi amigo y cómplice por todas las carreteras colombianas por donde me desplacé corriendo una que otra aventura o accidente sin consecuencias graves a Dios gracias, sobre todo en la ruta Bogotá – Villavicencio cuando esa vía era un camino de herradura en donde si le iba muy bien su tiempo de viaje eran de 8 a 10 horas.
En mis desplazamientos con él me ocurrieron muchas historias de las tantas que me han ocurrido que quiero dejar algunas aquí plasmadas para su lectura.
Cierto día en que me encontraba en Bogotá, madrugué para dirigirme al lugar de mí trabajo en la capital del Meta por eso tome como siempre la carrera décima norte-sur, vía que nos conducía a la salida para la puerta del llano.
A la altura de la calle 6 con dicha carrera me encontraba estacionado en un semáforo al lado derecho de la avenida esperando que nos diera via. Cuando hizo el cambio de luz roja a verde y arrancamos, sentí que el carro de mi izquierda una camioneta Nissan Patrol se subió prácticamente por el lado izquierdo del mío hundiéndolo abruptamente en el guarda fango izquierdo, el capó y el quiebre de la farola y persiana delantera.
Al sentir el impacto le grité al conductor qué pasaba que mirara como me había vuelto el carro. El conductor me dijo qué perdonara que no había visto mi carro. Qué perdón ni que hp, fue mi airada respuesta.
Ya en tierra le dije – mire como me volvió el carro.
- cómo vamos a arreglar esta situación?
Sin bajarse del carro me dijo que no había problema, que lo acompañara seis cuadras más abajo a hablar con el patrón que el pagaría el daño el cual yo estimé en 80 mil pesos.
Sin prever que podía ocurrir al acompañarlos, pues sin saber quiénes eran, ni en donde vivían y menos quien era el patrón me fui siguiéndolo a prudente distancia. Afortunadamente yo iba armado, saque el revólver del carriel y me lo tercié al cinto cubriéndolo con mi chaqueta. Como a las seis cuadras se estacionaron al frente de una casa sin mucha modernidad de donde salió un señor, hablaron con él dirigiéndose luego hacia mí que estaba parqueado como a los veinte mts.
Sin saludar y con cara de mal vecino me preguntó que cual era el problema.
- El problema radica en que su conductor me chocó mi carro y yo quiero que me paguen el daño-
- Y en cuanto estima su daño me preguntó-
- Pues yo lo estimo en 80 mil pesos-
- Ochenta mil, usted está loco me contestó-
- Pues ese es mi estimativo-
- Le doy 40 mil si quiere –
- Tranquilo que yo voy a buscar un policía para que arreglemos esto por las buenas-
Dirigiéndome hacia el norte me fui en busca de una autoridad pero que decepción, si en las horas laborales no se consigue uno, a esas horas de la mañana menos.
Me devolví de nuevo para tratar de llegar a un arreglo formal con ellos cuando vi que la camioneta de ellos subía de sur a norte. Yo iba de norte a sur. Afortunadamente en la esquina había retorno hacia el norte, iniciando desde ese momento una persecución para alcanzarlos.
Al alcanzarlos los empareje por el lado derecho preguntándoles de que cómo íbamos a arreglar el choque, respondiéndome con una mandada a comer de la que sabemos y que ellos no me debían nada.
Ante esa respuesta y con la putería de conductor atropellado, dije para mis adentros: Londoño lo que ha de ser que sea y ajustándome el cinturón de seguridad los empareje de nuevo y me les adelanté medio carro. Cuando vi que no venía carro de norte a sur, le metí un timonazo al carro hacia la izquierda razón por la cual ellos que venían más bien rápido les tocó timoniar hacia la izquierda golpearse contra mi carro subirse al separador como de 20 cms de altura cayendo al otro lado de la vía por donde afortunadamente no venía más carro porque si no el accidente hubiera tenido sus consecuencias. Mi carro con el impacto también se subió al separador y como era tan bajo se le estalló una llanta quedando allí parqueado con la dirección torcida. Afortunadamente ninguno de los pasajeros de los vehículos sufrió heridas de consideración. Yo me bajé con las precauciones del caso y cuando me acercaba al carro aparecieron dos policías a preguntar sobre lo sucedido y a apersonarse del caso. Haciéndole una pormenorizada explicación de lo que había pasado sólo se atrevió a decirme: -parece que el señor es como abusivo- déjemelo a mí que yo le cuadro la situación. Como fórmula de arreglo previa autorización mía, el policía partió la diferencia y les dijo que pagaran 50 mil pesos y que los arreglos de los carros corrían por cuenta propia.
Con la verraquera reflejada en el rostro la contraparte no le quedó más remedio que pagar la suma estipulada al policía que estaba de intermediario, no sin antes subirse al carro y lanzar una amenaza de que eso no se quedaba así.
- Tranquilo - les dije- como quieran, ustedes no saben dónde vivo yo, sin embargo yo sí sé dónde viven ustedes, no sean guevones. Prendiendo el carro salieron velozmente hacia el sur. Mientras unos habitantes de la calle me cambiaban la llanta, yo revise minuciosamente el carro a ver si podía continuar con mi viaje. Aunque si era un viaje riesgoso por el estado de la carretera, pero era tanta la verraquera que me arriesgué a seguir.
- El policía procedió a entregarme el dinero con el cual los invite a desayunar y les pagué el servicio a los colaboradores en el cambio de la llanta y la enderezada a fuerza de algunas partes del carro como latonería.
- Posteriormente les obsequie a cada policía 10 mil pesos por la colaboración.
- Lo que me preocupaba era la amenaza de los de la camioneta pues yo debía continuar el viaje hacia el sur. Afortunadamente conocía todas esas calles y carreras y los desvíos que me sacarían al alto para empezar el descenso hacia Villavo. Aunque la locomoción era más bien lenta por la torcedura de la dirección pidiendo la protección divina arranque hacia mi destino con todas las precauciones del caso, pues lo menos que pensaba era que en una curva se reventara la dirección y fuera a dar a un precipicio de los muchos que por allí existen. Después de 8 horas de tensión por los desperfectos del carro y por la amenaza, con el revólver metido entre las piernas por si algún imprevisto, llegué a mi destino.
- Derecho me fui donde el mecánico a cotizar el arreglo del carro y en donde lo primero que hice fue tomarme un aguardiente doble y agradecer a Dios el haber llegado. Luego de revisarlo y darme la cotización me preguntó: - y usted desde donde viene con ese carro así?
- - desde Bogotá le contesté -
- Usted es un verdadero suicida fue su respuesta.
- Con cabeza fría analizando este incidente es donde uno se da cuenta de los efectos de una ira que sin control, lo puede llevar a una desgracia.

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