Fri, 04/09/2021 - 12:44

Historias a bordo de un Chevette mod-85 - 2

imagen tomada de internet

Abril 09 de 2021

Crónica
“Historias a bordo de un Chevette mod. 85” 2
Continuando con las “historias a bordo de un Chevette model. 85” y debido a los comentarios hechos por mis lectores sobre la crónica anterior en donde como dicen las presentadoras del programa “la red” que “a mi historia le falta un pedazo” porque los deje en ascuas al no terminarles satisfactoriamente la narración, tienen razón, así que continuaré con la ilación de la crónica para que quedemos todos contentos.
“Una vez llevado el carro donde el mecánico y recibir la cotización para su reparación a base de cincel y martillo como se dice literalmente, esta oscilaba en los 300 mil pesos.
Con la cotización en mano me fui a un distribuidor de repuestos Chevrolet autorizado y coticé los repuestos originales tales como la tapa de la puerta, el guarda fango izquierdo, la farola y la persiana. Con el precio de estos repuestos originales y la mano de obra el precio de la reparación se subía como 100 mil pesos más, precio que no me pareció relevante ya que al hacer esta inversión, mi carro volvería a quedar original razón por la cual me decidí por esta última opción.
Y con respecto a los personajes involucrados en el accidente, nunca más tuve noticias de ellos, no obstante, como yo me desplazaba continuamente por esos lados para ir a Villavo, por precaución, siempre buscaba los desvíos para llegar al alto.
Y siguiendo con las benevolencias de este vehículo les comento que durante los años en que estuve conduciéndolo, nunca me dejó botado en carretera alguna pues tenía una particularidad muy personal, que cuando iba a fallar por algo se manifestaba con un ruido extraño o algún indicio no normal en su comportamiento.
Era tan bueno y descomplicado este carro que un huevo o una media velada de mujer eran utilizados como primeros auxilios para un desvare y lo digo por experiencia con el huevo, pues cierto día subiendo por San Luis hacia Medellín, se me rompió el radiador y aunque el escape no era de grandes proporciones debía tener cuidado pues si el radiador se quedaba sin agua se quemaba la culata.
En un restaurante de carretera en donde paré a tomarme un café aprovechando la sapiencia de los tracto muleros que allí se estacionan le pregunté a uno de ellos sobre la emergencia quien me dio la receta apropiada: que tomara un huevo y que por la tapa del el radiador le echara la clara la cual al caer dentro del agua caliente se coagularía y taponaría el hueco, Así lo hice y santo remedio el agua paró su derrame y continué mi viaje hacia Medellín en donde en un taller lo hice reparar.
En cuanto a la media velada si no me tocó usarla aunque si la tenía en la guantera, pues me aseguraron que era el mejor reemplazo de la correa del ventilador al reventarse.
Y para seguir con las historias, les contaré otro de los incidentes ocurridos con él.
En otro de mis tantos viajes hacia el Llano, como siempre, después de subir a bordo el taco con 24 Cds con música orquestada de Frank Pourcel, Paul Mauriat y Ray Conniff y de todos los cantantes de baladas famosos de la época que siempre me acompañaban para escuchar durante los viajes en mi buen equipo marca Pionner y así viajar relajado, con una bendición y la buena música de fondo inicie de nuevo desde Bogotá otro viaje hacia Villavo. Todo iba normal, subí al alto y desde allí empecé el descenso a mi destino.
A la altura de Chipaque en un tramo despoblado, yo escuché que alguien me chiflaba insistentemente. Yo miraba por los retrovisores pero no observaba a nadie cuando de repente la visual de la carretera frontalmente desapareció, pues el parabrisas se tornó blanco razón por la cual me tocó frenar abruptamente que donde otro carro venga detrás se me hubiera subido encima y el accidente hubiera sido de mayores proporciones, afortunadamente yo bajaba solo.
Después del susto me orillé, levanté el capó pudiendo observar que un chorro de agua caliente con vapor salía por la manguera que une el radiador con el motor pues esta se había roto. Afortunadamente paré a tiempo evitando que se quemara la culata. Esperé a que el motor se enfriara un poco mientras de un riachuelo cercano recogía agua. Qué hacer ante la rotura de esta manguera en un sitio desolado sin quien me auxiliara me preguntaba?
Como en tiempos anteriores había sido Scout, Bombero y Socorrista de la Cruz Roja me consideraba un Mcgiver en cuestiones de primeros auxilios y para ello tenía en el maletero del carro un maletín de primeros auxilios que traje en mi último viaje a la USA que contenía de todo un poco. Con decirles que tenía hasta como fabricar hielo en un instante con sólo quebrar una cápsula que venía dentro de una bolsa con un líquido. Así que me imaginé la manquera como un hueso roto con herida abierta y hemorragia procediendo con la meticulosidad de un socorrista, los primeros auxilios.
Después de varios minutos la reparación estuvo hecha, llené de nuevo el radiador, prendí el carro, verifique el remiendo el cual no presentaba escape alguno, razón por la cual procedí a continuar con mi viaje.
Como siempre, cuando llegué a mi destino pasé por donde el mecánico para la reparación de la manguera quien al ver el remiendo que hice para solucionar mi emergencia me dijo: con eso que usted hizo, ahí tiene solución para más de un día, por ahora no tiene por qué preocuparse porque eso quedo muy bien sellado.
Así continué rodando con mi remiendo sin ninguna novedad hasta el día que le hice mantenimiento al carro aprovechando para cambiarle de nuevo la manguera.
Ese era mi Chevette model. 85.

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