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"Una buena amistad nunca muere"

Abril 11 de 2011

Crónica.

“Una buena amistad nunca muere”

Por allá en la década de los sesenta había una forma muy común y particular de entablar amistades con personas de otros países, bastaba con leer los anuncios en las revistas de farándula en donde aparecían avisos tales como: jóvenes de X o Y país desean intercambiar amistad con jóvenes colombianos, interesados escribir a las direcciones que allí aparecían.
Para mi época yo estaba empezando a estudiar mi bachillerato cuando leí uno de esos tantos anuncios. Allí aparecía el nombre de una joven chilena quien quería entablar una relación con un joven colombiano. Como yo llenaba los requisitos inicialmente le escribí dándole los datos necesarios para irnos conociendo si la amistad prosperaba, escrito que días después me correspondió positivamente.
Así empezamos a conocernos a través del género epistolar naciendo de allí una bonita amistad.
Ella vivía en Chillán-Chile, yo en Medellín. El intercambio de cartas, revistas, tarjetas y fotografías se fueros haciendo cada vez más asiduos. Ya avanzada la amistad le envié de regalo discos L.P de los Hispanos y los Graduados y ella me correspondió con discos de los chilenos Ángeles Negros todos de moda para la época. Con esa cantidad de información nos fuimos conociendo naciendo una amistad por muchos años que infortunadamente se perdió el rastro por culpa mía cuando me fui a vivir al Amazonas en donde estuve más de una veintena de años y de donde la comunicación era bastante difícil. Fuera de esos años más los que viví en los Llanos y en otras ciudades de Colombia hicieron difícil volver a contactarnos.
Cuando me estabilice de nuevo en Bogotá, como adulto mayor, una tarde se me vino a la memoria el nombre de Felisa y me pregunté: que habría sido de la vida de mi amiga después de tantos años? estará viva?
Cuando eso ya el internet funcionaba en forma por lo que me decidí buscar su nombre por ese medio. Afortunadamente esa información aún residía en mi memoria, escribí su nombre, di Enter apareciendo de inmediato su perfil, me sobresalté de alegría por lo cual decidí escribirle un mensaje a ver si aún recordaba quien era yo. No tardó en llegarme la respuesta llena de sorprendente incredulidad ante mi aparición. Concretamos un chat para desatrasarnos y retomar de nuevo la amistad, porque después de tantos años es mucho lo que hay para hablar y llegar a la actualización. Para su asombro, le envié una de las fotografías que me hizo llegar recién conocidos, lo mismo que la foto de los discos. No lo podía creer preguntándome que cómo era posible que yo aún conservara esos recuerdos después de tantos años a lo cual le respondí que ninguna de mis amistades se metió con mis recuerdos tangibles que aún conservo como cartas, fotos, discos tarjetas, revistas etc. No lo podía creer. Desde ese día nos conectamos de nuevo como si el tiempo pasado se hubiera remontado sólo a una semana.
Poco a poco nos fuimos contando lo sucedido a través de los años de vida transcurrida, trabajos, estado civil, hijos y todos esos devenires que nos depara la vida.
Ya con la nueva tecnología aparte de las llamadas telefónicas, chats, wasaps y video llamadas nuestra amistad se afianzó mas sobre todo cuando me contó que también estaba escribiendo poniéndome a disposición en lo que pudiera colaborarle compaginando en muchos temas.
Todo iba muy bien hasta agosto del año pasado cuando me comentó que se había caído de una escalera razón por la cual le salió un “bultico” debajo de la costilla derecha lo que supuestamente para ella era una hernia. Con el paso del tiempo y luego de otra consulta médica, su enfermedad no era la tal hernia si no que se transformó en la maldita palabra que tantos seres queridos nos ha arrebatado. Sus controles siguieron normalmente y siempre que hablábamos le preguntaba por su estado de salud a lo que me respondía que estaba muy bien.
Yo la animaba con mis comentarios picarescos, mis chistes, mis temas de reflexión , mis crónicas y todos esos escritos con los cuales le levantaba la moral y de los cuales ella era mi asidua lectora razón por la cual estaba muy agradecida por mantenerle alta la moral y no dejarla que flaqueara ante la enfermedad. Fue para el día 25 de marzo cuando le escribí para ver como seguía respondiéndome que se encontraba hospitalizada pues había tenido algunas complicaciones. Yo seguía pendiente de su estado de salud pero ya las respuestas eran demoradas, hasta el día abril 10 cuando una hermana me escribió para comentarme que ya estaban esperando que mi amiga las abandonara. No lo podía creer e inmediatamente la llamé para que me actualizara en los pormenores de la enfermedad la cual ya era un hecho que tarde que temprano se veía venir pero no tan de repente.
Quedamos de hablar al otro día sobre el comportamiento de la enfermedad en el cuerpo de mi amiga.
Al levantarme en la mañana y observar los mensajes pendientes pude ver uno escrito por la hermane en el cual me informaba mi gran amiga nos había abandonado a las 6 am de ese día 11 de abril, amistad que después de haber prevalecido por más de 50 años , hoy desaparecía dejándonos muy buenos recuerdos, y una gran enseñanza que cuando la amistad es sincera no importa ni la distancia ni los años transcurridos de separación, basta un leve saludo y de nuevo la llama de la amistad se enciende con mayor viveza.
A mi amiga aunque nunca nos conocimos personalmente, solo nos bastó el contacto por los diferentes medios de comunicación para que nuestra amistad permaneciera vigente. El amigo puede fallecer, pero su amistad y recuerdos siempre estarán con nosotros. Paz en tu tumba amiga mía.

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