Sat, 01/11/2014 - 14:49

Crónica 62 Verdades y reflexiones para el 2014

Foto: Cronista de frente, de camisa roja
Foto/Columnista/LeticiaHoy

Crónicas Leticianas

Ha finalizado otro año y el nuevo apenas comienza. Con buenas expectativas y prevenciones hacia los planes y proyectos venideros, complementados con salud, positivismo y ánimos, esperamos sortear los avatares que este año nos depara.

Después de una maravillosa estadía en Medellín, con mi cabeza llena de nuevas experiencias, vuelvo a mi tarea de escribir acerca de los diferentes problemas que afectan a mi país y por ende, continuar con las crónicas leticianas con temas razonables para algunos y motivo de controversia para otros, sobre todo cuando de decir verdades se trata.

Sin pecar de regionalista, en esta nueva visita a mi privilegiada tierra, un año después de no visitarla, pude observar durante mis recorridos las nuevas innovaciones, construcciones y obras representativas de progreso por las cuales nos hemos ganado el calificativo de la ciudad más innovadora del mundo, producto que se debe gracias a las acciones de sus gentes y de sus gobernantes, que aunque no son la máxima expresión de la honestidad, ni son la excepción en la corrupción, entre otros defectos, si son plausibles sus obras que a largo plazo favorecen la buena marcha de la ciudad la cual a pesar de sus lunares de inseguridad, los problemas sociales de las comunas, el desempleo entre otros, tratan de sacar adelante.

Y esto es lo que ambicionamos todos los colombianos en nuestras regiones para el 2014 y años venideros que sus gobernantes y autoridades actúen con honestidad, buen criterio, sentido de responsabilidad, sentido de pertenencia y buen manejo del presupuesto para impulsar los proyectos que con inversión futurista vayan a ejecutar a favor de su terruño, presupuesto no direccionado a intereses personales a lo cual están acostumbrados estos aprovechados del erario quienes ya va siendo hora de cambiarlos de la lista de “ los mismos con las mismas”.

Caminando por los barrios aledaños a Medellín, como El Poblado, Envigado, Sabaneta, Itagüí, entre otros, disfrutando del verdor de sus arborizadas calles y avenidas pude observar con asombro como mariposas de varias especies, revoloteaban alegremente por árboles y jardines dándole colorido a la ciudad, de cómo los pájaros conviven con los habitantes y es espectacular ver como en los restaurantes estas especies silvestres se acercan a las mesas, sin ser molestadas, a compartir las migajas con los turistas comensales. Todo esto se debe a la invitación que hacen los moradores de éstos pueblos a las aves, poniéndoles comederos para atraerlos.

Ya es común ver por ciertas avenidas arborizadas de la ciudad, avisos como: “Transite con precaución, cruce de ardillas”.

Y lo que más me llamó la atención fue el parloteo de varias guacamayas, también silvestres que están haciendo su aparición en las arboledas de varios barrios del Valle de Aburrá.

Y ni hablar de los árboles cargados con sus frutos (mangos, guayabas, limones) que se aprecian por ciertas zonas los cuales son el atractivo a coger por parte de los caminantes que practican en la mañana este deporte como calidad de vida.

Así que la ecología está haciendo su agosto en la capital paisa y lo más importante es que la están haciendo respetar y para muestra un botón con lo sucedido en la movilización masiva que hicieron los habitantes de El Poblado y Envigado quienes cantando el himno nacional y el himno antioqueño, forraron los árboles de la avenida el Poblado con la bandera nacional impidiendo la tala del llamado túnel verde, árboles que iban a destruir para el paso del moderno metroplús.

Fue aquí cuando evoqué mi añorada ciudad de Leticia en los años setenta y ochenta, cuando la arborización de sus calles daban frescura y confort a la ciudad, cuando la juventud se agrupaba en pandillas, no para joder la tranquilidad pueblerina sino para divertirse subiéndose a los árboles a tumbar pomarrosas, mangos, guayabas, cancharanas, marañones en la diversidad de árboles que existían, cuando las mariposas y aves se veían por la ciudad,con excepción de los pericos y golondrinas que tienen su dormitorio desde hace muchos años en el parque Santander.

Da pena hacer éste comparativo entre Medellín y Leticia por las diferencias en número de habitantes, el monto del presupuesto, la cultura, el regionalismo infundido, entre otros, pero proporcionalmente, si da tristeza ver la realidad de una ciudad que se jacta de ser pulmón del mundo, ecológica, ambientalista y turística por demás, que éstas cosas que son mínimas, no se estén dando.

Pues para ver hoy en día una mariposa en los contornos de la ciudad, un turista debe internarse en la selva, si desea ver una guacamaya debe ir a Puerto Nariño y si es un observador de pájaros debe caminar monte adentro por muchas horas para poder verlos en su hábitat. Si el turista desea ver animales alusivos a la región, los cuales son un atractivo para los niños, deben ir al zoológico de Tabatinga y como lo dije en otra crónica, si quieren ver una gamitana o un pirarucú en su estado natural, deben ir al parque Explora en Medellín en donde los podrán observar en vivo y en directo. Es inaudito que esta situación se presente en la capital leticiana como centro turístico nacional y ninguna entidad se pronuncie.

He aquí la diferencia de nuestro regionalismo y de nuestro sentido de pertenencia, con la idiosincrasia leticiana, la cual es muy respetable pero no aceptable en esta época en donde ante el avance del modernismo y de la tecnología, debemos estar al tanto para reclamar nuestros derechos y no dejarnos pisotear.

¿Cómo es posible que estén sin servicio de agua “potable” una semana y la indiferencia reine en la ciudad?, ¿Cómo es posible que la violencia cada día se apodere de la ciudad ante la indolencia de las autoridades y nadie diga nada? ¿Cómo es posible que los politiqueros, contratistas y manejadores del erario esquilmen el presupuesto regional, con conocimiento general y nadie haga una denuncia? Y de los problemas que desde hace muchas décadas atañen a la ciudad como la falta de agua potable, acueducto y alcantarillado, la carestía del Kw-hora de energía, el más caro de Colombia, la decadente salud y educación el deterioro de su red vial y muchos problemas más, entre otros, y la indolencia reine por doquier.

Ya es hora de que empiecen a pensar como ciudadanos de la capital del departamento del Amazonas, no con la mentalidad existente de pueblerinos resignados.

Ya es hora de hacer valer sus derechos exigiendo mega obras con proyección futurista que hablen bien de la ciudad y de sus gobernantes, no “obritas” de baja calidad, ni programas de “pan y circo” para entretención popular como los que se manejan actualmente para sostener, el gobernante, un rating populista.

Ya es hora de borrar la imagen de ser la corrupta ciudad de Colombia y pasar ser la ciudad del futuro, moderna con los servicios básicos que como mínimo, todos necesitamos.

Por eso invito, con el respeto que me merecen los manejadores de la región, a que viajen a viaticar al interior del país y se unten de progreso e innovación, visitando y pidiendo ayuda a otras ciudades importantes cosa que cuando vuelvan a la región a apliquen los conocimientos adquiridos en pro de un departamento que tanto lo necesita.

La hora de manifestarnos está llegando, si queremos que todas estas bellaquerías gubernamentales, inicien su proceso de cambio o desaparezcan, debemos de pronunciarnos sentando un precedente en las próximas elecciones por el bien de esta finca llamada Colombia, manejada con nuestra votación por cinco o seis familias de apellido y por la mayoría de congresistas que no quieren destetarse del poder, pero que ya es hora que desocupen.

Y Leticia no es la excepción, en ustedes está la solución, superar esa hecatombe a la que están sometidos o seguir impávidos ante la situación reinante, apoyando los personajes que no les interesa que la ciudad progrese para seguirla manejando como un pueblo, como una caja menor a favor de sus intereses.

 

Carlos Javier Londoño O

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