Sun, 12/16/2018 - 10:33

Bosques del Guaviare, los más apetecidos por la motosierra en el tercer trimestre de 2018

El territorio amazónico perdió más de 3.800 hectáreas boscosas entre julio y septiembre, con parches pelados y calcinados de hasta 50 hectáreas, de acuerdo con el tercer informe de Alertas Tempranas por Deforestación emitido por el Ideam. Meta, Putumayo, Norte de Santander, Córdoba, Sucre, Bolívar, Cauca y Chocó también registraron serios impactos.

En lo corrido de este año, la deforestación en Colombia no se concentró en un solo territorio, municipio o departamento: la motosierra se paseó por gran parte del territorio nacional.

Los bosques de La Macarena (Meta), en inmediaciones del Parque Nacional Natural Tinigüa, fueron su primera víctima a comienzos de 2018, con cerca de 5.000 hectáreas calcinadas para la ganadería o para el acaparamiento de tierras. Luego, entre abril y junio, se trasladó a las húmedas selvas del Pacífico, periodo en el que, por causas asociadas la minería ilegal, los 15 municipios más afectados en el país fueron de esta región.

Ahora, según el más reciente informe del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) sobre Alertas Tempranas por Deforestación en el tercer trimestre del año, los bosques del Guaviare fueron los más carcomidos y mordisqueados por la motosierra.

Entre julio y septiembre, el departamento amazónico perdió 3.874 hectáreas de bosque y albergó 431 parches pelados y calcinados, en su mayoría con áreaa entre las 10 y 20 hectáreas. De este total, seis superaron las 50 hectáreas. Además, reunió 17,3 por ciento de las alertas nacionales, el porcentaje más alto en el país.

Sumado a esto, el Guaviare albergó el punto más crítico y rasguñado por la deforestación, de los ocho identificados por el Ideam. El deshonroso título fue para la carretera Marginal de la Selva, en el municipio de Calamar, en el occidente del departamento y en cercanías al río Guayabero.

El Ideam indicó que las principales causas de deforestación en este punto fueron la expansión de praderas para apropiación de tierras y ganadería, actividades que suelen tener su financiamiento por actores externos, quienes ven en la posesión de tierra y cambio de uso, una expectativa de valorización a costa de los bosques.

La entidad también identificó una expansión de la infraestructura vial, y extracción ilegal de madera y cultivos ilícitos fomentados por actores armados ya establecidos en la zona. El municipio con mayor concentración de alertas tempranas por deforestación en Colombia fue Calamar, uno de los cuatro territorios del Guaviare.

Los otros amazónicos

En el sur del Meta, en áreas cercanas al Parque Tinigüa (La Macarena), estuvo el segundo núcleo más relevante por pérdida de bosque en el tercer trimestre, punto ya afectado a comienzos del año. La mayor cantidad de alertas tuvo lugar por el paso del río Guayabero.

El Instituto alertó que en Tinigüa convergen múltiples causas de deforestación, en su mayoría impulsadas por grupos al margen de la ley o personas externas que financian el cambio del uso del suelo. Agricultura, coca, ganadería, acaparamiento de tierras, incendios forestales y extracción ilegal de especies maderables, son sus verdugos.

“Por tener suelos pobres, los productores agrícolas buscan nuevas áreas para establecer la actividad. Entre tanto, en bordes del bosque proliferan cultivos ilícitos propiciados por la alta rentabilidad y facilidad de comercialización de la hoja de coca y sus derivados”, dijo el Ideam.

Los incendios forestales son utilizados para dar paso a la ganadería y acaparamiento en enormes extensiones de tierra para la siembra de pastos. La extracción de madera de especies de valor comercial es informal, de manera previa a la tala o quema de los terrenos.

Tinigüa fue el Parque Nacional Natural con mayor cantidad de alertas, lo que pone en riesgo su alta importancia ecológica: sirve como corredor para especies amazónicas y andinas.

Meta fue el segundo departamento más perjudicado por la pérdida de bosque, con cerca de 2.177 hectáreas deforestadas en su parte sur, distribuidas en 340 polígonos de hasta 50 hectáreas de extensión. Concentró 16,3 por ciento de las alertas tempranas, mientras que La Macarena fue el tercer municipio con mayores grados de afectación a nivel nacional.

Más hacia el sur, en zonas de Puerto Caicedo, Puerto Asís y Villagarzón en Putumayo, las imágenes satelitales hallaron un punto crítico de deforestación, en límites con Caquetá y por terrenos aledaños a los ríos Mecaya y Putumayo.

La praderización con fines ganaderos y de acaparamiento fueron sus principales causas de transformación de bosque. El Ideam precisó que aunque hay ganadería por parte de productores locales, el mayor impacto está en las escalas extensivas, con densidades muy bajas de ganado y financiada por los grupos armados.

En San José del Fragua (Caquetá) y Mapiripán (Meta) también hubo presencia de eventos de deforestación, pero en menor proporción, al igual que una persistencia en San Vicente del Caguán.

Deforestación al norte

Tibú y Sardinata, en la zona del Catatumbo (Norte de Santander), albergaron el único gran foco de deforestación en la región Andina, en bosques aledaños a los ríos San Miguel, Nuevo Presidente y Tibú. El cultivo de coca propiciado por los actores armados ilegales es su principal motor de depredación, además de la minería de socavón, ganadería y demanda de madera para uso productivo.

Los bosques del Caribe perdieron terreno en Tierralta, al sur de Córdoba y dentro del Parque Nacional Natural Paramillo, la segunda área protegida con más alertas. La ganadería abunda, en especial la de tipo extensivo, fundamentada en las expectativas de titulación.

El Ideam también observó un crecimiento en los cultivos de coca, un sustento de las familias locales que no tienen más alternativas productivas rentables. “Hay presencia de extracción de madera ilegal y mecanizada, ganancias destinadas para compensar los gastos que demanda la ganadería”.

Un punto nuevo, por lo menos en lo corrido de este año, es Montes de María, entre Bolívar y el norte de Sucre, con afectación en los bosques de San Jacinto, Carmen de Bolívar y Ovejas.

“La principal amenaza es la actividad agropecuaria, representada en agricultura de pequeña escala, cultivos agroindustriales como palma de aceite y ganadería sobre suelos deteriorados. La zona tiene un proceso de reocupación por los habitantes que previamente fueron desplazados por la violencia y hay extracción de madera para uso local y como material de construcción y combustible”, indicó la entidad.

Minería, el cáncer del Pacífico

Mientras que el acaparamiento de tierras y la ganadería extensiva reinan en términos de deforestación en otros sitios del país, en el Pacífico su accionar está relacionado principalmente con la minería de oro. En el tercer trimestre, la región albergó dos puntos críticos en Chocó y Cauca.

En Chocó, el informe indica que persisten las alertas en Alto Baudó, con afectaciones por la explotación minera en las márgenes de los ríos Baudó, Nauca y sus afluentes, impactando los recursos naturales y la salud de los pobladores. También hay agricultura de pequeña escala e itinerante, extracción selectiva de madera y cultivos ilícitos motivados por la facilidad de comercialización y la presión de los actores armados ilegales.

En Cauca el núcleo fue en Timbiquí, con focos a lo largo del cauce de los ríos Saija y Patía. La presencia de minería a cielo abierto para la extracción de oro en estos cuerpos de agua es la actividad más perjudicial para los bosques, además de los cultivos de coca.

Aunque con menor impacto que los dos sitios anteriores, el Ideam llamó la atención en el extremo oriental de Chocó por deforestación en Bagadó, cerca al límite con Risaralda.

Mauricio Cabrera Leal, coordinador de política en temas mineros de la WWF Colombia, dijo que la minería, tala por explotación ilegal de madera, potrerización y cultivos ilícitos, han estado presentes en el Pacífico durante los últimos años.

Sin embargo, indicó que el aumento de las operaciones de control en los ríos Quito y Atrato puede haber incidido en la movilización del fenómeno hacia otras áreas del departamento. Resaltó que varias zonas degradadas por minería han sido recuperadas a través de un proyecto de conservación de biodiversidad en paisajes impactados por esta actividad.

Por su parte, Germán Darío Álvarez, experto en el tema forestal y ex subdirector de agrología del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, mencionó que la riqueza inaccesible del Pacífico es aprovechada para la proliferación de cultivos y el asentamiento de la minería ilegal, actividades que han abierto grandes parches sin cobertura boscosa para extraer elementos como el oro.
“Además, la madera extraída de los bosques del Pacífico sale cruda hacia los sitios de acopio del país o el extranjero, en donde es transformada en otros productos que sí generan un valor agregado. Es necesario reconocer los servicios que presta el bosque, como la producción de semillas o la fabricación sostenible de artesanías”, puntualizó.

Gran Alianza Contra la Deforestación en Colombia

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